I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

29 de agosto de 2010

¿Y por qué más?

Porque la quería.

Suponía que esa era la razón por la que no le importaba encontrarse tal y como se encontraba. ¿Suponía? Oh venga ya. Esa era la razón. Porque podría apostar por lo seguro. Porque podría dejar de sentirse asi de confuso. Porque podría olvidarse de todo, incluyéndola a ella, y vivir sólo por y para él mismo. Porque podría volver a controlar su vida.

Porque podría hacer todas esas cosas. Si. Podría hacerlo. Y tenía que admitir que era realmente tentador.

Sin embargo no pensaba hacerlo. ¿Por qué? Creía conocer esa respuesta.

Porque la quería.

Su sentido de la lógica había desaparecido, por completo. Porque no recordaba las fórmulas que tan poco le había costado memorizar, ni razonaba con la misma rapidez y agilidad que anteriormene. Tal vez su continuada ausencia en las clases de física había sido un factor que acentuase esa falta de lógica. Tal vez el hecho de enamorarse había contribuido a la desaparición. Tal vez.

¿Y qué mas daba? ¿Y qué mas daba no saber que fórmula aplicar en tal operación matemática? ¿Y qué más daba no saber como reaccionar ante diversas situaciones por las que no había pasado anteriormente? ¿A quién le importaba que en las últimas semanas hubiese repetido tantas veces dos palabras que por separado no tienen significado alguno, y sin embargo al juntarlas y pronunciarlas en su presencia cobraban tantos significados diferentes?

Lógica fuera. Razón fuera. Control fuera. Independencia fuera.

¿Las echaba de menos? Recordaba su capacidad de razonamiento, su autocontrol, su manera lógica de ver el mundo y de actuar, y sobretodo su independencia, su capacidad para valerse con sí mismo. Habían sido siempre su firma. Su manera de ser y actuar. Las extrañaba.

Pero no las quería. No ahora que la conocía, y conocía otros sentimientos. No ahora que la luz había bañado su habitación mostrándola tal y como era. No ahora.

Y dependía de ella. Y eso era tal vez lo que más le podía frustrar. Dependía del gesto más insignificante. De la frase sin menos coherencia. De la palabra más tonta. De las palabras con menos significado. Si. Dependía. Pero, aún siendo paradójico, estaba satisfecho de depender.

Porque en cierta manera, él lo había elegido. Porque podía haberse echado atrás cuando empezó a sentir tantas cosas, y haberse apeado en la estación más cercana al origen del viaje. Porque podía haberse agarrado a la seguridad de la cuerda que colgaba sobre el abismo. Porque podía haber desaparecido. Pero había preferido seguir adelante, y continuar sentado en vez de apearse, y lanzarse a la oscuridad del abismo sin preocuparse por que dejaba atrás, y no desaparecer del mapa, sino continuar siendo un punto visible.

Porque eso era lo que era. Un punto visible.

Y porque pasase lo que pasase, había acertado lanzándose al abismo. Porque la luz lo había iluminado, y no era tan oscuro como parecía desde arriba.

¿Y por qué más?

Ah si. Porque la quería.

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