I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

21 de agosto de 2010

Café sin azúcar.

Jugueteaba con el móvil, intranquilo. Lo desbloqueaba, miraba la pantalla, lo bloqueaba. A los diez segundos volvía a desbloquearlo, volvía a mirar la pantalla, y lo volvía a bloquear.

Era viernes. El reloj marcaba las siete de la tarde y ella no le había llamado aún. Vale. Era cierto que no tenía una hora definida para llamar. Pero normalmente lo hacía por la mañana, tras salir de las clases, o retrasándose mucho, después de comer. Pero eran las siete y aún no sabía de ella. Y eso le ponía nervioso.

Matt no era un chico acostumbrado a esperar. Conseguía lo que quería, cuando quería y como quería. Siempre le iban bien las cosas. Llevaba el control de su vida. Y se sentía muy orgulloso de ello.

Pero esta vez era distinto. ¿Cuántas veces había repetido esa frase en su cabeza en estos últimos días? Más de las que esperaba, desde luego. Esta vez las cosas no salían como él quería. Esta vez era él el café sin azucar. Y ella era el azucar. Y un café sin azucar es un café asqueado y de mal humor.

Podría llamar él, pero su orgullo se lo impedía. Quedaron en que ella le llamaría. No él a ella. Y así sería. Podría acabar con todo ese innecesario juego de bloquear y desbloquear el móvil. Podría asegurar una cita para esa noche, y así verla una vez más. Podría llamarla y acabar con toda su angustia. Podría hacerlo.

Miró el móvil fijamente, lo desbloqueó y buscó su número en la agenda. Lo seleccionó. Sólo una tecla. Sólo tenía que apretar una tecla. Su desesperación se impuso, se tragó su orgullo, y enfurruñado la pulsó y colocó el aparato en el oído.

- ¿Diga? - contesto ella. Su voz sonaba distorsionada y se oía muy mal. Pero era su voz al fin y al cabo.
- ¿Elena? Soy Matt. ¿Qué tal estás?
- Ah, Matt. Muy bien, ahora mismo acabo de salir de piano.
- ¿Vas a clases de piano? Vaya, no tenía ni idea.
- No a teclado. A piano clásico.

Ella rio. Su risa provocó una sonrisa en su cara, y rememoró la sonrisa que tanto le gustaba.

- ¿Querías algo, Matt? -preguntó ella. Sólo tenía que decir la verdad...
- Si. Bueno. Ya sabes. Quería saber si... ¿Esta noche tienes algo que hacer? -soltó rápida y bruscamente.
- Ah... Matt... Si bueno... Esta noche no puedo ir a tu casa. He quedado con unas amigas y tal, y no puedo faltar, llevo sin verlas mucho tiempo. ¿No te importa, verdad?
- ¡No! Para nada. Otro... Otra noche será.
- Si. Genial. Te llamaré, ¿vale?
- Claro. Bueno, entonces... Pásalo bien.
- Eso haré. Gracias Matt. Chao -colgó.

Se quedó unos segundos con el móvil pegado a la oreja. Enseguida lo lanzó al sofa, mientras corría a su habitación y cogía algo de abrigo.

Al pasar por el salón se paró. Miró el sofá y recogió el móvil. Marcó un nuevo número.

- Javi... Soy Matt. ¿Estás libre?
- ¿Matt? Es viernes. ¿No estás con...?
- Si, es viernes -cortó Matt -¿Estás libre?
- Había quedado más tarde con unos amigos, pero... creo que pueden esperar.
- Genial. Gracias Javi. Voy a buscarte a tu portal. Ahora nos vemos -dijo bruscamente mientras colgaba el móvil. Se asomó por la ventana y miró fijamente la luna antes de salir por la puerta y bajar saltando los escalones mientras su frustración aumentaba.

Iba a ser una noche muy larga.

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