I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

22 de agosto de 2010

Requeteincómodos.

El humo de los coches y la fritanga de los bares le hizo toser. Si si. Odiaba ese lugar. No entendía por qué en ese lugar. Pero allí estaba, sentado en un banco, en una calle cercana a la escuela de música. Una calle impregnada de coches, de bares, restaurantes y puestos de comida rápida, y de gente. Sobretodo de gente. Gente de todas las edades caminaban con prisa, sin pararse más que a comprar algo de comer, e incluso eso lo hacían con prisa.

Y Matt odiaba a la gente con prisa. Él siempre se había considerado un chico tranquilo, que no pierde los estribos y siempre lleva el control. Hasta hace bien poco había sido así.

Miraba a todos los lados, buscándola. Buscando su figura, su sonrisa, su pelo. Había dejado que el móvil sonase hasta que ella colgó. Y volvió a sonar. E hizo lo mismo, dos veces más. Hasta que él la había llamado. Palabras sin importancia. Ella quería verle, pero no en su casa. Él no la dijo que sabía lo suyo con Jesús. Simplemente aceptó. ¿Cómo iba a negar una ocasión de verla? Y habían quedado. En el banco donde la había visto por primera vez.

"Soy patético" se repetía una y otra vez, mientras disimuladamente miraba a su alrededor tratando de encontrarla. "No debí haber venido"

Y entonces la vio. Llevaba el pelo recogido en una coleta. Una camisa de cuadros, unos pantalones viejos y sus ya habituales converse rosas. Y sin embargo no era una chica más. No llevaba maquillaje, ni grandes escotes, ni faldas muy cortas. No llevaba ropa ajustada que provocase a la distancia, ni tenía una mirada lasciva que incitase a acercarse. No. Sin embargo, esa chica le atraía más que cualquier otra. Más que las últimas que habían pasado por su dormitorio. Y era realmente apetecible. Casi tanto como el pescado. Y a Matt le encantaba el pescado, ya que tenía fósforo y le hacía más listo.

Ella se acercaba, sonriéndole, y él se levantó rapidamente, guardando los cascos y el móvil en el bolsillo. Ella le besó en la mejilla. El contacto de sus labios en su piel provocó un estremecimiento. "Contrólate, no la cagues ahora"

Hablaron de tonterías. El tiempo. El fin de semana. Los estudios. La música. El grupo. ¿Tonterías? No para él. Nunca había hablado de cosas así con ella. Las fiestas habían sido sus temas, y los cigarros y el alcohol. Pero nunca había sabido nada realmente importante de ella. Ahora si.

Adoraba la lluvia, pasaba sus fines de semanas con sus amigas tiradas en el cesped de algún parque, iba a terminar la ESO, le gustaban grupos que parecían algo anticuados y se asombró de que él cantase en un grupo. La gustaba el café con mucho azúcar, no solía llegar puntual, leche caliente, su color favorito era el naranja, la apasionaba la poesía y leer historias, reirse, no la gustaba que la levantasen del suelo, sentarse a la sombra de un árbol, hipotetizar sobre muchas cosas, imaginarse su vida en el futuro. Se la daba bien el inglés, los niños la ponían nerviosa, tocaba la guitarra cuando estaba sola y el piano clásico desde los siete años. Odiaba el calor y el sudor de las manos. No solía ir detrás de los camiones, al igual que los botellones en los descampados le parecían muy tristes. Quería vivir en un chalet, escribía un blog, quería conducir una moto y no la gustaban las deudas.

Y él se maravillaba con cada nuevo descubrimiento sobre ella. Anduvieron por las calles, hasta llegar a un banco en medio de la nada donde se sentaron a charlar y charlar. Y él la miraba a los ojos, sonriendo, casi sin prestar atención a sus palabras, pero atendiendo cada una de ellas. Su voz. Su olor. Sus ojos. Su pelo. Su piel. Todo. Le encantaba.

Si, definitivamente quería a esa chica.

- ¿Y entonces qué pasó? -preguntó ella.
- Se rieron mucho de mi. Y con razón, claro. Acababa de prometer que no lo iba a volver hacer nunca y sin embargo no pude evitarlo -dijo Matt mienras ella reía y él la sonreía. Se miraron.
- ¿Sabes? No esperaba que fueses así -soltó ella.
- ¿Qué esperabas? No soy un chico de hielo.

Rieron.

- Esperaba... No se. Tenías pinta de tipo duro.

Matt no pudo evitar una mueca de dolor al acordarse de Jesús, pero la reprimió y volvió a sonreir. "Tipo duro"

- ¿Yo tipo duro? Soy un moñas, acabarás dandote cuenta.
- Los moñas tienen su punto -dijo ella, acercándose un poco. Él se fijó en ese gesto.
- Creo que deberíamos volver ya. Es tarde -dijo mirando alrededor. Si, había anochecido y les esperaba una buena caminata hasta la calle de donde habían partido.
- Si, además, este sitio tiene sus desventajas.
- ¿Ah si? ¿Cuáles? -dijo él, arqueando una ceja.
- Los bancos... son incómodos -respondió sólo ella. Se acercó un poco más.
- ¿Incómodos? -su corazón latía a cien por hora.
- Requeteincómodos.

Se acercó más. Él la miraba, asustado. Ella le sonrió. Cerró los ojos.

Y le besó.