I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

21 de agosto de 2010

Cristales rotos.

Las luces pasaban a su lado sin que él se diese cuenta. Corría por la carretera, los coches pasaban por su lado y sus luces le cegaban. Paró a descansar, apoyando sus brazos en sus rodillas, jadeando.

No entendía por qué corría como si le fuese la vida en ello a la escuela de música. Que fuese a clases allí no quería decir que se encontrase cerca. Tal vez estaba en el otro extremo de la ciudad. Pero algo le decía que no, que la encontraría cerca. La silueta del edificio de la escuela se recortaba en la oscuridad. Estaba allí, a unos metros. Rememoró su sonrisa, y su imagen y las copas de más hicieron que soltase un gemido ahogado y comenzase a correr hacía la escuela.

La escuela de música, asentada en un edificio antiguo de la capital, se alzaba magnífica en la oscuridad de la noche, desafiando al cielo. Matt se sentó en las escaleras de la entrada, y observó a su alrededor. Unos pocos árboles, una fuente seca y unos metros de césped. Nada más. Ella no estaba allí. Su cerebro, contaminado por el alcohol, comenzó a elucubrar y a desesperarse cuando oyó unas voces. Se giró rápidamente y vio a un grupo de jóvenes que caminaban cerca del edificio y charlaban animádamente.

- Venga, vamos chicos. Llegamos tarde y no quiero perderme la cara de Juán cuando se entere de lo de Silvia -decía una chica de su edad, aproximadamente.
- Silvia y Juán, quién lo diría -le contestó el que debía ser su novio -Siendo Juán tal y como es... me extraña mucho.
- Bueno, el caso es que están juntos. Y seguro que besa mejor que tú.
- ¡Daos prisa! Sandra y Elena se van a enfadar, y con razón -gritó un chico que iba adelantado, junto a otra chica que sonreía
mucho.

Elena. No podía ser. Demasiada casualidad. No podía pasar la noche siguiendo a todos los grupos de jóvenes que hablasen de una Elena. Pero... Su desesperación se impuso. Nuevamente. Y les siguió.

Callejuelas y más callejuelas. La lluvía de Noviembre caía y calaba sus ropas. No sabía como había podido llegar a tal estado de desesperación. Caminando cabizbajo, manteniendo un ojo en el grupo de jóvenes que caminaba cincuenta metros por delante, y tratando de recordar como volver a la escuela.

Los edificios se abrieron y un descampado apareció ante sus ojos. Los jovenes se dirigían a un banco donde varías personas estaban sentadas y bebían. Unas motos con las luces encendidas, rodeando el banco, iluminaban a las personas de allí. Un simple botellón de descampado, pensó.

Entonces la vio.

La reconoció, incluso aunque les separasen más de cuarenta metros. Su larga melena castaña era inconfundible para él, incluso creyó aspirar su perfume a la distancia. Cambió su dirección, y buscó un árbol o un banco donde poder esconderse y observarla.

"Eres patético" pensaba mientras, agazapado tras un banco, observaba el grupo de jóvenes. No. La observaba a ella. Reía mucho y se notaba a leguas que también había bebido de más. Los altavoces de una de las motos escupían una música horriblemente mala que ponía de muy mal humor a Matt, pero a ella no parecía importarle. Tampoco conocía sus gustos músicales.

Los minutos pasaban, y unos pinchazos empezaban a incomodarle. No se había dado cuenta de que esa postura le sería incomoda en poco tiempo. Pero no quería moverse. Quería ir a hablar con ella. Pero... ¿Qué pensaría ella? La había seguido. La había buscado. Se había convertido en un acosador. En un desesperado acosador. Y se horrorizaba de ello. Se odiaba a si mismo.

Un grito le saco de sus pensamientos. Una de las chicas, que tambien llevaba unas copas de más, le gritaba, precisamente a Elena, pero Matt no llegó a entender nada. El viento y la lluvia se lo impedían. Pero si oía los gritos, y como Elena y esa chica hablaban en voz muy alta. Los jóvenes seguían bebiendo y sin prestarles atención, por lo que dedujo que no sería muy importante.

Dedujo mal.

Se oyó el ruido de una moto. Matt miró hacía las motos, y vio como un tipo con casco y chupa de cuero frenaba en seco delante de Elena. Y vio como ella subía a la moto, abrazándose a ese chico. Y como su amiga le volvía a gritar e intentaba hacerla bajar por la fuerza, pero el tipo aceleró y se largó del descampado, tirando a la amiga al suelo embarrado. Los jóvenes pararon, la música cesó y todos miraron la moto que se alejaba con su amiga en ella.

Los celos invadieron a Matt. Los celos y la desesperación. Y corrió a ayudar a la chica que estaba en el suelo, llorando.

- Venga. Levanta -decía mientras la incorporaba y la limpiaba la chaqueta con la mano -¿Estás bien?
- ¿Y tú quién eres? -le preguntó, llorando y recogiendo su chaqueta.
- Soy Matt, un amigo de Elena.
- Matt... Por favor, Elena...
- ¿Quién era ese? -inquirió el chico.
- Jesús. Es... un chico. Un cabronazo. Va a... Oh, la dije que no se montase, que no le siguiese el rollo, pero...
- ¿Va a qué? ¿Va a qué? -preguntó, desesperado -Responde, joder. ¡Responde!
- Va a llevarla allí, y después...
- ¿Y después qué? Oh venga ya. ¿Dónde va a llevarla?
- Al local abandonado de esa calle -dijo señalando una calle oscura, en la lejania -Tiene un letrero de neón. Oh, va a hacerlo...
- Bien, gracias -dijo Matt mientras salía corriendo hacía allá.

Se iba a meter en un lío. En un gran lío e iba a acabar mal. Lo sabía. Pero no le importaba.

Elena, sólo pensaba mientras corría saltando por el barro y esquivando los cristales rotos del descampado.

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