I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

4 de septiembre de 2010

Rostros sin expresión.

Tras otro confuso torrente de sentimientos, paró a meditar.

¿Cómo podría definirlo? No podía encontrar una palabra adecuada. ¿Tal vez autoconvencimiento? ¿Tal vez resignación? ¿O satisfacción? ¿O felicidad? ¿O angustia? No, no existía ninguna palabra capaz de definirlo.

Trató de analizarlo pues de manera lógica, tal y como había hecho anteriormente. Biológicamente no era más que una atracción que podría traer descendencia y por tanto preservar la raza. Psicológicamente no era más que una mera casualidad, no era más que alguien aparecido en el momento y lugar precisos, de la manera precisa. Químicamente, se podría definir como un conjunto de sustancias químicas liberadas que atraían a ambos receptores a unirse. Físicamente, un cuerpo cede su calor hasta igualar su temperatura con el otro cuerpo.

La filosofía podría definirlo como un anhelo de cualquier ser humano. La literatura como la razón de las razones, el sentido de la vida del protagonista. La poesía como la inspiración. La música como la letra. La historia como un algo capaz de causar guerras y destrozos entre paises. Las matemáticas como una operación algebraica con dos incognitas y sin un número real al otro lado del igual. La informática como un conjunto de ceros y unos sin sentido alguno. La economía como una inversión muy arriesgada.

Trató de encontrar la respuesta a varias preguntas. ¿Por qué ese sentimiento? ¿Por qué el tiempo aceleraba su marcha cuando estaban juntos? ¿Por qué no podía evitar una sonrisa al recordar su voz? ¿Por qué se arriesgaba a mostrar partes de él mismo que nadie había conocido antes? ¿Por qué se permitía el lujo de soñar con sueños imposibles? ¿Por qué los helados parecían más fríos, los batidos más dulces, el césped más verde, y él mejor persona cuando estaban juntos? ¿Por qué?

Sabía la respuesta a todas esas preguntas. Y llegaba a ser repetitivo. Rematadamente repetitivo. Y le angustiaba serlo.

En cualquier caso, aún siendo repetitivo, aún habiendo pronunciado esas palabras más de diez veces, aún sabiendo la respuesta a esas preguntas y aún con la ausencia del peso de su dependencia, estaba encantado de responderse a sí mismo.

Porque esa respuesta era como el primer día frío tras varias semanas de calor angustioso, como el acorde que marca el comienzo de una canción capaz de poner la piel de gallina, como el principio de las vacaciones, como despertarte una mañana y recordar el fantástico día de ayer. Porque esa respuesta era fría y cálida a la vez. Porque le encantaba responder con esas simples palabras a cualquiera que le preguntase.

"Porque la quiero."

Repetitivo, rematadamente repetitivo. ¿Pero que más le daba serlo? Él era un chico de hechos y ahora su mundo había pasado a ser una hipótesis en plena acción. Sus cimientos sólidos y bien asentados se habían convertido en barro tras permanecer en contacto con ese torrente de sentimientos.

¿Y cómo decirlo? A él le daba igual. No le importaba. ¿Por qué? Conocía la respuesta.

Sí, rematadamente repetitivo. Entre otras cosas.

Suspiró y continuó su camino, mientras a su lado pasaban personas sin ninguna expresión. Mientras su mente dibujaba una y otra vez los trazos de un mismo rostro. Mientras que sus labios formaban un sólo nombre.

Mientras que volvía a repetir su respuesta favorita, sin poder evitar mostrar una media sonrisa.

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