I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

2 de septiembre de 2010

Puntos y comas.

Casi sin darse cuenta, poco a poco, sus vidas se fueron entremezclando, tejiéndose hilos rojos que se juntaban y se enrollaban hasta formar una maraña de nudos. Y eso le encantaba. ¿Para qué negarlo? Sabía que los nudos enmarañados y enrollados son más díficiles de desnudar o romper. Se alegraba de saber que ella hablaba de él con sus amigas. Se alegraba de no ser uno más. Se alegraba de ser importante. Se alegraba de ser reconfortante. Se alegraba de verla día si y día también. Se alegraba de conocerla. Se alegraba de que ella le necesitase, aunque sólo fuese una mínima parte de lo que él a ella. Se alegraba de ser él.

El humo de un cigarro compartido en la plaza mayor, las palabras pronunciadas en el césped de un lugar cualquiera, las conversaciones cortadas bruscamente por un beso, los mensajes de texto a las tantas de la madrugada, los golpes bajos, los momentos de frustración, las malas noticias, las buenas noticias. Las caricias, las rodillas destrozadas en un banco, la incomodez de éstos, la comodez de la cama, la preocupación por perderla, las perdidas del autocontrol, los cracks, los abrazos de compasión, las películas descargadas de internet, los piques tontos, los contínuos tira y afloja, la sincronización, las canciones dedicadas y compuestas, las letras no escritas, los escritos empalagosos y cursis, las clases de física. El hombre de las maletas, los niños diabólicos el pollo al horno, las semífusas, las deudas, el esparto, el cordel, las converse, su territorio, las calles perdidas de la capital, los batidos, los cruces de peatones, las fuentes, las ciencias, las humanidades, las paradas de metro pasadas sin darse cuenta. El principio de algo, el trayecto ya empezado de un viaje sin destino.

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