I like it

I like it
Take me to the place i love ... Take me all the way

19 de septiembre de 2010

En efecto.

- Sólo entonces.
- ¿Sólo entonces? -preguntó Matt mientras se incorporaba para observarla. Ella sonrió al ver su pelo desordenado y las hojas que se habían adherido a su camiseta.
- Sí, sólo entonces.
- Ya. ¿Qué significa eso?
- Es otoño -respondió simplemente, sin contestar a su pregunta.

Con el tiempo se había acostumbrado a esas frases sin sentido. Sin sentido aparente, claro. Porque ella cambiaba de tema muchas veces con una facilidad increible con una sola frase. Y al principio le había llegado a molestar un poco, pero tras hablar y hablar se había familiarizado con ese tipo de respuestas que, intuía, tenían un significado escondido y rebuscado.

- Mi vida no será muy larga.
- ¿Por qué? -preguntó ella.
- Simplemente lo sé.
- No creo que sea así.
- ¿Por qué no?
- Porque encontraremos el élixir de la vida y viviremos eternamente -respondió la chica mientras sonreía. Matt no pudo evitar plantearse que se le pasaba realmente por la cabeza, pero la devolvió la sonrisa.
- Con o sin élixir, no será muy larga.
- Cállate. Será como yo quiera.
- No controlas mi vida -replicó el chico.
- Ya. Claro -sonrió ella.
- Egocéntrica.
- Sólo soy realista.

Ambos rieron. El viento hizo que algunos de los papeles en los que habían escrito y dibujado se alejasen, pero no tenian intención de levantarse.

- No quiero que mueras.
- A los cincuenta padeceré una enfermedad incurable de esas. Y no habrá remedio.
- Encontraremos el élixir de la vida. Es capaz de curarlo todo.
- ¿Absolutamente todo?
- Menos tu estupidez.
- La estupidez es...
- Sí, lo sé. Relativa. Como todo en esta vida -cortó la chica poniendo los ojos en blanco. Matt rió fuertemente.
- ¡Qué sincronización!
- ¿Verdad?

Los papeles habían desaparecido de su vista. La noche caía. El frío empezó a hacer su aparición.

- Es él -dijo ella, sorprendiendo al chico.
- ¿Quién es él?
- Él... es él. ¿No le conoces? Se llama Matt -sonrió.
- ¿Matt? No me suena -dijo el chico sin saber a donde iba a parar.
- ¿Ah, no? Pues ya le conocerás. Es un chico genial.
- ¿Lo es?
- Y tiene seis sonrisas.
- ¿Seis sonrisas?
- Sí, como las cuerdas de su guitarra.
- Ah, ¿toca la guitarra?
- Lo hace. Y muy bien.
- Mmmh... No, no me suena.
- Es una pena.
- ¿Lo es? -preguntó confuso. No entendía nada.

Callaron. El silencio se impuso. Pero no un silencio incomodo. Un silencio significante. Ella le dirigió una mirada intensa que enmudeció al chico. El viento sopló con fuerza, pero escuchó perfectamente las palabras que salieron de sus labios.

- Tú eres él. Matt.

Matt la miró, pero rápidamente observó el cielo gris y nublado.

Ella. Joder, ella. ¿Cómo podía haberle puesto los pelos como escarpias con unas simples palabras? ¿Cómo? ¿Por qué esas palabras significaban mucho más que otras con numerosos significados? Joder. Adoraba a esa chica.

Y sí. El chico de la chupa de cuero. El de las camisetas verdes. El del pelo oscuro que le tapaba los ojos. El de la relatividad del mundo. El de su propio mundo. El que compartía su mundo. El que sabía diferenciar entre un acorde menor y mayor. El que dibujaba bocetos en sus cuadernos a escondidas. El que la dibujaba a ella. El de la guitarra. El cazador de mariposas. El que se equivocaba con frecuencia al hablar. El de la física. El chico de las seis sonrisas. Matt.

Él. No supo que decir. No pudo articular ningún sonido. No pudo mover los labios. Se quedó sin palabras.

Otra vez.

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